Tú eres el indicado.
De nuevo otro fin de semana llegó, es sábado ya y para desgracia de Jungkook, Jimin no había dejado su idea del trabajo nocturno. Ahora el alfa estaba lidiando con un enorme cúmulo de preocupación en su pecho; se siente extraño como una gran bola que impide que haga su vida con normalidad, tiene unas enormes ganas de rugirle a cualquiera que se le ponga enfrente, tiene ganas de salir corriendo y abrazar a Jimin para impedirle hacer cualquier actividad que no sea solo respirar y alimentarse bien.
Jimin solo debería preocuparse por respirar adecuadamente, todo lo demás debería hacerlo él, o al menos eso siente su alfa; su omega debe sentarse y esperar a ser protegido y alimentado porque para eso existe él, si no es un desperdicio del destino.
Jungkook odia sentirse así, sobre todo cuando ha conocido tan bien a Jimin para saber que el omega jamás permitirá algo como eso, incluso él mismo jamás le pediría algo como eso, es tan arcaico y estúpido pero instintivo; no puede luchar contra eso.
No puede evitar sentirse tan enojado consigo mismo por añadir una carga extra al lindo enfermero; tiene que estudiar, cuidar a su hermana, ir al hospital, trabajar los fines de semana, ir a dormir con él por las noches porque si no su tonto lobo podría recaer y, además de todo eso, a partir del lunes tendrá que trabajar en las noches cuidando un anciano. Se siente como una absoluta carga; no le ayuda a su pobre chico y además le da más problemas.
—No me gusta que él sufra por culpa mía —dice el ojiverde al doctor Moon. El médico endocrinólogo llegó hace unos minutos para charlar con Jungkook sobre sus avances, pero el rizado tenía una propuesta que hacerle en su lugar—. Él no tendría que sacrificar su descanso viniendo aquí solo porque mi estúpido lobo se asusta por nada.
—No es por tu culpa —niega el mayor—. Son cosas de la naturaleza, esto no es algo que puedas controlar, es totalmente normal que se sientan así.
—Podría evitarse si tomara mis supresores —dice rápidamente—. Estoy sano, puedo volver a ellos hoy mismo y así él no va a sentirse tan abrumado —en su mente la propuesta era una buena idea.
—No funciona así, Jungkook —su ceño se frunce—. Tú no estás sano aún, para eso pasarán algunos meses, tenemos que hacerte estudios y tienes que dejar que tu lobo se fortalezca, Jimin va a estar bien, son solo los fines de semana cuando se alejan —tranquilizó.
—Pero él siempre tiene que estarse sacrificando para ayudarme, tiene muchas cosas en las cuales pensar como para aparte tener que lidiar conmigo también —niega triste.
—Descuida, él quiere hacer esto por ti.
—No, no quiere hacerlo, lo hace porque es su instinto, porque es enfermero y cree que es su deber —dice molesto—. Voy a volver a los supresores mañana mismo, él no puede estar cargando con cosas tan estúpidas como estas.
—Háblalo con él, Jungkook —le palmea el hombro suavemente—. Volver a los supresores es una decisión tuya pero la estás tomando porque piensas que es lo mejor para él, además de todo es muy peligroso para ti —sin más el médico salió de la habitación dejando al alfa en un mar de pensamientos que lo abrumaban; Jimin estaba haciendo demasiadas cosas por él, no podía simplemente dejar que el omega sufriera por cosas tan tontas como que su lobo lo quiera reclamar.
Además claro, está la preocupación que últimamente invade la mente del rizado, sabe que mientras los lobos estén más tiempo juntos más se apegarán, el estará bien porque volverá a los supresores pero Jimin no, Jimin sufrirá por la lejanía de su alfa, no quiere que el pequeño pase malos ratos por culpa suya, y lo que más lo asusta es que él no quiere dejarlo, ya no es solo su alfa el que siente cariño por Jimin, Jungkook se ha encariñado de las pequeñas cosas del chico, de sus hermosos ojos azules, de las risas que suelta cuando algo le parece gracioso, de sus pequeñas manos que lo tratan con la mayor suavidad, todo de él le parece encantador y no sabe qué hacer al respecto porque una parte de él sigue negándose a todo eso porque sabe que es demasiado rápido para pensar así, solo han pasado dos semanas.
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Cayó la noche y el alfa estaba acompañado por su madre, ambos sentados en el sofá de la habitación, el menor estaba bastante serio leyendo un libro y su progenitora veía atenta el celular en su mano, ella había notado su molestia desde que llegó, no quiso entrometerse pero su cachorro está bufando cada 5 segundos como queriendo que le pregunte por su mal humor.
—¿Qué te sucede, Jungkook? —cuestionó girándose a verlo.
—Nada —dice serio y continúa su lectura, luego de un rato suspira molesto porque su madre no le insistió—. Me gusta Jimin y no quiero que me guste —la alfa rió negando.
—¿Por qué no quieres que te guste? —cuestiona no demasiado preocupada, sabe que esos chicos van a terminar juntos, por algo son destinados, y claro, conoce a su hijo y sabe que puede llegar a ser algo testarudo pero no es tan estúpido como para dejar ir a Jimin.
—Porque yo no quería un omega, beta, ni un alfa, yo no quería pareja —dice renuente.
—¿No querías o no quieres? —suelta burlona.
—No quiero, eso dije —suelta el libro y se cruza de brazos—. Voy a volver a los supresores.
—Jungkook eso es una tontería, lo estás diciendo por capricho y por no admitir tus errores —exclama ya un poco molesta por lo que estaba diciendo su hijo.
—No, lo estoy diciendo por el bien de Jimin —afirma—. Él sufre por culpa mía, no puede estar lejos de aquí porque mi tonto lobo lo extraña y lo peor es que yo también —confianza con las mejillas rojas.
—Cielo, eso no tiene nada de malo, es la naturaleza y él hace esas cosas por ti porque le nace hacerlo.
—Pero es que tú no entiendes —niega—. Él lo hace porque soy su paciente, pero cuando yo esté mejor y nos alejemos, él sufrirá, y si no lo hace es porque tendrá que tomar supresores para dormir a su omega y eso es malo para él.
—¿Es malo para él, pero tú los tomas? —ríe confundida y el menor frunce el ceño molesto—. Jungkook, te estás haciendo un lío en la cabeza para no admitir que te gusta —regaña.
—No quiero alejarme de él, mamá —confiesa—. Sé que tengo que decirle pero no quiero admitirlo —agacha la mirada—. No quiero admitir que estuve en un maldito error y que termine rechazándome —dice dejando su cabeza en el regazo de su madre y subiendo los pies al asiento—. Es mejor alejarme de una vez y así nos dolerá menos a ambos.
—Cachorro, no tienes que admitir nada, todos cambiamos de opinión sobre las cosas que queremos o no en nuestra vida, además Jim es increíble —le acaricia el cabello—. Te aseguro que él haría que cualquier alfa, beta u omega cambiara de opinión, así que nadie va a juzgarte por quererlo a él como pareja —Jungkook gruñe ante el cumplido a su omega—. Ustedes se pertenecen, cielo —enreda un mechón de cabello entre sus dedos y lo suelta formando un rizo definido—. Sé que es difícil para ti pero no puedes solo cerrarte y no vivir la historia que sabes que quieres vivir.
—Me da miedo que él no quiera un alfa, él tal vez si está seguro de sus decisiones —miraba hacia la puerta de la habitación.
—Tendrás que arriesgarte, hijo —suspira—. Y si él no desea lo mismo tendrás que aceptarlo.
Se quedaron así por un rato, en silencio, Jungkook pensando en lo que haría para dejar de sentirse un terrible alfa y persona, no podía dejar que Jimin sufriera solo por no alejarse a tiempo, Jiyoung solo se dedicó a acariciar su cabello y tratar de animarlo, no lo conseguía, su rostro seguía triste y abrumado hasta que vio entrar por la puerta a cierto ojiazul.
Se veía agotado, estaba algo encorvado por el cansancio y arrastraba los pies con lentitud, el alfa se levantó como resorte para rodearlo en un abrazo y besarle la mejilla, para después llevarlo al sofá.
—Hola, cielo —saluda la pelinegra—. Siempre es un placer verte —se levanta y abraza al chico antes de que tome asiento.
—Hola, Jiyoung —corresponde al abrazo—. Lo mismo digo —sonríe y se sienta entre los dos alfas pero recargándose en el costado del menor para que este lo rodee con un brazo y esconda su nariz entre su pelo, Jungkook quiso olfatearlo todo el día.
—¿Cómo está tu hermana? —pregunta la mujer.
—Bien, o bueno... algo triste porque necesita otra cirugía —el alfa le da un apretón porque sabe que es un tema que lo pone triste—. Pero se encuentra muy bien de salud y ha tenido algunas mejorías —sonríe.
—Me alegra mucho, me gustaría visitarla un día de estos, ¿podría? —cuestiona, sus labios formando una sonrisa y un hoyuelo apareciendo en su mejilla, Jimin supo que el alfa había heredado su sonrisa.
—Claro, siempre será bienvenida —acepta feliz—. O si gusta mi madre podría traerla, a Hye le gusta mucho venir para visitar a sus amigos de vez en cuando y si le digo que es por usted seguramente lo hará con más ganas.
—Eso sería lindo —sonríe—. Así poder conocer también a tu madre —gustosa se levanta de su lugar—. Bueno, yo ya me voy, vendré por la mañana —avisa para después dejar un beso en la mejilla de cada uno—. Si hay algún problema no duden en llamar —sonríe y sale del lugar, el alfa y el omega se quedaron en un silencio que no era incómodo pero el ojiazul estaba algo extrañado por la actitud del de rizos, estuvo muy callado cuando el suele ser alguien expresivo.
—¿Ricitos, te pasa algo? —pregunta girándose a verlo, obtiene una negativa silenciosa—. Jungkook, todo el día te sentí molesto así que supongo que no puedes mentirme —avisa riendo, cosa que hizo que todo lo que el alfa estuvo pensando se fuera por la borda, con una simple risa ya se estaba derritiendo, por más que quisiera no podría privarse del placer de escuchar su risa, o de saludarlo por las mañanas, marcarlo con su aroma por las noches o sentirlo entre sus brazos como lo está haciendo en ese momento.
—Estoy pensando en volver a los supresores —admite con los ojos cerrados y dando un último respiro de vainilla y café porque sabe lo que se viene.
—¿Qué? —dijo separándose del alfa—. ¡¿Acaso estás loco?!
—Es por tu bien, Jim —niega adecuadamente en el sillón.
—¿De qué bien hablas, Jungkook? No puedes hacer eso, no entiendo porqué siquiera lo estás pensando —rueda los ojos cruzándose de brazos.
—Por mi culpa llegas así de cansado y ni siquiera puedes estar en tu casa porque mi lobo te extraña —explica—. Si vuelvo a las pastillas mi lobo se aturdirá y así no te llamará —agacha la cabeza.
—Jungkook, a mí no me molesta —tomó la mano del mayor.
—Pero a mi si, tú no debes cargar con esto, estás demasiado preocupado por tu familia como para tener que sufrir a causa mía —posa sus orbes en los azules que lo observan con tristeza.
—Es una tontería —dijo cambiando su tristeza por molestia—. Estás siendo irracional, es obvio que no puedes volver a las pastillas —negó con el ceño fruncido, Jungkook se estaba tratando de controlar por no hacer exclamaciones de ternura por su gesto.
—No lo es, además es lo mejor —afirma convencido.
—¿Lo mejor es morirte? —rió sin ganas—. Deja de decir cosas estúpidas y dime qué es lo que realmente te pasa.
—No me pasa nada aparte de eso —miente desviando la mirada.
—Tú siempre estás diciendo que no puedo mentirte porque me sientes y parece que se te olvida que yo también te siento a ti —su ceño cada vez más arrugado; odia que le mientan.
—Es que me avergüenza —sus mejillas se tiñeron de rojo.
—Jungkook, puedes decirme lo que quieras —se acercó más al alfa y apretó su mano; calmándose porque sabe que toda situación que involucre a su alfa incomoda a Jungkook.
—Es que... —suspiró—. Yo no quiero volver a los supresores.
—¡Ahí está! —sonrió—. No tienes que hacerlo si no quieres, es algo que tú debes decidir, pero tomarlos sería una estupidez que te mataría —acarició la mejilla del mayor—. No tienes por qué preocuparte por mí, estoy bien —afirmó sonriente.
—Pero... —agacha la cabeza—. Es que a veces si quiero porque mi alfa está haciéndome sentir cosas que no debería —se aleja del toque del omega.
—No te estoy entendiendo, lobito.
—Tú me gustas, Jim —admite, no sabe de dónde sacó la valentía pero va a aprovecharla—. Y no solo tu omega, me gustas tú, me gusta tu sonrisa, tus ojitos azules, tu forma de ser y todo... estoy tan asustado porque yo no quería esto —niega cerrando sus ojos con fuerza—. Yo no quería un omega, yo no quería novios o novias siquiera —suspira molesto—. Yo estaba bien hasta ese accidente, y hasta que llegaste tú —Jimin solo lo miraba confundido, el alfa le estaba diciendo cosas lindas pero de alguna manera su pecho estaba siendo taladrado por el doble filo de sus palabras, Jungkook estaba admitiendo que gusta de él pero que no quiere eso.
—Jungkook, tranquilo...
—No, es que a todos les parece correcto decirme que me tranquilice pero no quiero hacerlo, no puedo hacerlo porque algo sigue agitándome el pecho cada que te veo o pienso en ti —agita la cabeza—. Quiero cuidarte tanto, quiero estar contigo todo el maldito tiempo, quiero que seas tú el que me cuida siempre y quiero darte todo lo que tengo para no verte trabajar tan duro, quiero hacerte hasta un jodido nido —toma las manos del ojiazul entre las suyas y lo mira a los ojos—. Quiero tantas cosas contigo y yo antes no pensaba en nada de eso, no lo deseaba pero ahora mi alfa me lo ordena y lo peor es que yo haría todo eso contigo aunque no fuera por mi instinto —su cara mostraba lo abrumado que se sentía—. ¡Y son dos jodidas semanas desde que te conocí! —se altera un poco soltando las manos del otro.
Jimin estaba en absoluto silencio, solo viendo al alfa frente a él con los ojos muy abiertos, no puede decir que le molesta que el alfa se sienta de esa manera porque sería hipócrita, él también se siente así, siente como si lo conociera de toda la vida y quisiera pasar el resto de ella viviéndola a su lado, y es tan escalofriante porque apenas son unos días de que intercambiaron las primeras palabras, hace unos días el alfa estaba inmóvil y ahora es todo en lo que el omega puede pensar.
—Jungkook...
—¡Lo sé, es una total locura! —alza un poco la voz—. Yo, siento que... No sé cómo explicarlo, ¡ah! —gruñe molesto—. Las cosas que quiero hacer las dicta mi alfa pero mi lado racional también quiere y es tan extraño estar de acuerdo con eso, pero...
—Se siente correcto —completa el omega y ve al alfa asentir lentamente—. Yo también lo siento, ricitos —sonríe levemente—. Y lo sé, es tan extraño que apenas te conozco de unas semanas y es tan extraño que mi omega quiera dejar que me cuides, o tan solo estar cerca de ti —entrelaza sus dedos con los del alfa—. Pero está bien, ¿no?
—Lo está, está mejor que bien —afirma dándole un abrazo—. Pero será doloroso.
—¿De qué hablas? —pregunta confundido.
—Tú no quieres un alfa ahora y mucho menos un alfa como yo —agacha la cabeza y Jimin se pone de pie para sentarse en el regazo del mayor.
—Tú no sabes lo que quiero o no —niega pero levanta el rostro del alfa por la barbilla, Jungkook lo rodea por la cintura y esconde el rostro en su cuello, deleitándose con la vainilla—. Yo nunca pensé encontrar un alfa a los casi 20 años —suspira—. Pero tuve la fortuna de que eres el mejor alfa de todos —besó su mejilla y continuó—. Jungkook eres increíble, y eres mi alfa, ¿no?
—Soy tu alfa, omega —afirma aún desde el cuello del otro—. Mi omega —gruñe posesivo para después pasar su lengua repetidas veces por donde debe ir la marca, Jimin suspira complacido por el gesto y ahora es él quien se esconde en el cuello del otro, aspirando el aroma a tabaco que libera.
Se acomodan mejor en el sofá, Jimin aún sobre las piernas de Jungkook, ambos aspirando el aroma del otro, calmando a sus lobos y suspirando contentos por liberar sus pensamientos, a ambos los estuvo atormentando la loca idea de encariñarse en tan solo unas semans pero ahora sabían que es algo mutuo.
—Así que quieres hacerme un nido, ¿eh? —pregunta burlón el omega, sigue en el cuello del mayor.
—Si, bueno yo... —se rasca la nuca—. Son instintos —dice a la defensiva.
—Dijiste que tú también querías, no solo tu alfa —ríe y el ojiverde lo aprieta más contra si.
—Sé que es algo... grande —afirma, pues hacer un nido es algo más para parejas enlazadas o apunto de enlazarse, para los alfas y omegas que ya han pasado por el cortejo, un nido es la representación del hogar que un alfa proveerá a su omega, es el lugar seguro que le va a ofrecer a él y sus cachorros, un nido se hace para el omega con el que quieres aparearse y procrear—. Así que lamento eso —dice apenado.
—Pero yo quiero un nido —dice con capricho en la voz, un puchero instalándose en sus labios, los ojos verdes del mayor brillan de ilusión y una sonrisa con hoyuelos se forma en sus mejillas.
—Entonces te lo haré —concede—. Y será el nido más lindo que alguien podría hacer, tuyo y mío —frota su nariz contra la mejilla del menor, sus ojos oscuros y profundos, el omega comienza a lamer sus mejillas y a darle besitos esquimales como agradecimiento.
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